lunes, 25 de julio de 2011

Concepto de salud

La salud bien puede ser también una reflexión: es equilibrio.
Un breve ensayo de opinión.
Por Francisco Mundo.


Es ya una vieja discusión el concepto y la definición de salud.  Esta definición no solo es médica y sintáctica, sino también de acuerdo a la cultura de que se trate, del país o zona del mundo que haya tenido una experiencia de siglos en el conocimiento, reconocimiento y tratamiento de enfermedades y además de la forma en que han podido conservar la salud, es decir, no solo conocen los remedios, sino las posturas, los elementos personales participativos y culturales de lo que es evitar caer enfermos.  Conociendo las causas de las enfermedades han conocido las formas no solo de sanarse, sino de evitarlas.

Ejemplos de estas experiencias históricas han sido la India, con su medicina ayurvédica, China con su herbolaria y su acupuntura, Japón con métodos heredados de aquélla y su aportación como el Shiatsu, los europeos con su balneoterapia, las culturas preeuropeas en América y otras más en dimensión y circunstancias diferentes en muchas zonas del mundo.  El pasar de las Eras y la lucha por ocultar esta historia médica por la medicina de laboratorio, ha hecho olvidar no solo los métodos, sino el concepto de salud: de acuerdo a los sistemas están los conceptos de lo que la salud es.

La OMS hace ya varias décadas ha dejado en claro que la salud no es la ausencia de enfermedad, sino algo mas completo donde intervienen factores inclusive no físicos y que tienen que ver con circunstancias de formas de vida y estados de animo. En nuestra ámbito cultural occidental y presente, una persona por lo común se considera a si misma sana sino presenta síntomas de enfermedad.  Los médicos por lo general certifican ese estado si sus mediciones y pruebas de laboratorio no registran anomalías promedio de nuestras funciones orgánicas, es decir, sino se apartan de un registro preestablecido.

Pese a ello, no se toman en cuenta factores y elementos donde intervienen poderosamente en nuestra salud no medible los estados de depresión, de soledad, la falta de ejercicio y nuestras caóticas reflexiones de que la vida no tiene sentido, de actitudes al adoptar posturas físicas cotidianas y sobre los alimentos que preferimos consumir, cosas que, si bien de inmediato no nos causan síntomas de enfermedad, si nos coloca en un proceso de enfermedad posterior.  Entonces surge la pregunta: ¿Acaso la enfermedad solo es tal si adquiere niveles de observación y medición de algún tipo o ya lo es desde que nuestra circunstancia personal y cotidiana nos coloca invariablemente en el carril de lo patológico?

TRES factores deben ser considerados para nuestro estado de salud:

Las vivencias en nuestra cotidianidad
Las sensaciones y sentimientos como humanos
Y Nuestra manera de vivir, tienen una influencia muy importante en lo que podemos concebir como bienestar. 

Un hombre de 136 kilos de peso que come solo pizzas y cerveza, no hace ejercicio, no lee, no es cordial y afable, gruñe en lugar de platicar, tiene resentimientos contra todos y vive encerrado viendo TV casi todo el día, puede llegar a pensar que esta sano porque no tiene resfriados, no le duele el corazón porque no tiene ni taquicardias, no tiene resfriados, duerme plácidamente y es feliz viendo solo programas televisivos….. Habría que cuestionar si en realidad su idea de salud personal es válida aunque por hoy no tenga síntomas, aunque la lógica de todos –sin ser médicos- nos dice que después los tendrá y muy graves.

Nuestra IDEA de la salud personal tiene un papel importante de la actitud que tengamos hacia no solo lograr bienestar, sino a MANTENER el equilibrio entre nuestra capacidad física y los elementos externos para que conservemos ese bienestar.  Nuestra postura ante el diario vivir, nuestro  comportamiento al sustituir el consumo de alimentos y ciertos estimulantes como el alcohol y el tabaco,  por otras actividades de relación humana más profundas y satisfactorias, son señales de que nuestra salud está en vías de alterarse.

De ahí que no sea tan descabellado que últimamente en occidente se considere en los estudios y tratamientos de los enfermos los factores como nuestras posturas físicas, psíquicas, costumbres y condiciones de nuestro entorno personal, familiar y social.  No es tan descabellado pensar que la BASE de la salud no es solo la ausencia de enfermedad sino un estado de bienestar físico, anímico, espiritual (no referido a nada místico ni religioso) y social donde la línea entre estos punto s se diluye en muchas ocasiones.  Como mencioné, la OMS ya considera esto desde 1946.

Nuestra salud no se trata de alegrarnos al ver resultados de laboratorio solamente.  Ese es nuestro argumento.  Nos tenemos que preocupar constantemente por nuestro bienestar respetándonos, conociéndonos, cuidarnos, lograr en las medidas de nuestras posibilidades y condiciones de economía y tipos de vida, un estado de equilibrio que al final de cuentas y simplemente, nos haga sentir bien.  Valorar nuestros titubeos, carencias, despertar actitudes de valentía para enfrentar las cosas y tener visión de las formas para lograrlo, es parte de una ACTIVIDAD cotidiana para mantener la salud, conservar un bienestar, valorar limitaciones pero también considerar nuestras fuerzas y capacidades positivas.

Hay que considerar a las enfermedades, darles la importancia que requieren y ameritan, evitar con inteligencia lo que puede acercarnos a ellas, pero no hay que identificarse con las mismas, no tolerarlas ni hacerlas partes de nuestra vida, solo pensar que podemos volver a estar sanos si tomamos ciertas medidas con ecuanimidad, es decir, lograr, alcanzar y mantener un equilibrio entre todos los factores que nos mantienen entre la salud y la enfermedad.  Lo que nos puede enfermar es inevitable, pero lo que nos puede  sanar es alcanzable.

Hay de enfermedades a enfermedades. Un accidente nos puede hacer caer en cama aunque tengamos todas las medidas pertinentes, pero hasta los accidentes pueden ser objeto de observación y prevención si tomamos las medidas adecuadas.  Una actitud desgarbada puede provocar las condiciones para que un accidente aparezca.  Lo primero que hay que aprender de los accidentes es que no son resultado de la casualidad.

La salud, si la consideramos así, es el final de nuestra observación ecuánime de nosotros mismos y sobre el control de actitudes que nos lleven a permitir la entrada de factores que no rompan ese equilibrio.  Hay bacterias y microbios en todo el mundo, en todo lugar, en todo ambiente, hongos y elementos patógenos nos rodean todo el día en nuestra vida.  Sin embargo, hay personas más enfermas que otras aunque vivan en el mismo ambiente. ¿Cómo es ello explicable?  Algunas personas duermen las horas requeridas, otras prefieren desvelarse viendo TV o en una fiesta cada semana hasta el amanecer, unas comen frutas y verduras, otras solo hamburguesas, pizzas y papas fritas, unas vociferan, otras son cordiales, unas insultan y consideran un racismo iracundo, otras solo tienen respeto por las personas, unas se pasan los altos de los semáforos, otras conducen con precaución, unas beben alcohol y fuman desaforadamente, otras son abstemias, unas golpean a sus hijos en la casa y sonríen en el trabajo, otras son afables en casa y fuera de ella, unas sonríen al médico y le agradecen todo mientras ni saludan a su recepcionista, unas hacen ejercicio, otras les parece algo de locura, unas son sensatas, otras hasta yoga quieren aprender.

La salud no es un estado, una vez alcanzado, de paz ideal y paradisíaca a la cual hay que disfrutar despreocupadamente mientras no nos moleste nada.  La salud es un equilibrio SENSIBLE Y VULNERABLE  de alterarse si no se cumple un balance de cuidado constante lleno de responsabilidad y atención de nuestra parte. Eso infiere atención a los alimentos, la duración del sueño, el tiempo y tipo de ejercicio, las actitudes, costumbres y relaciones familiares, laborales, personales y afectivas, TODO  es objeto de derivación a la salud que debe ponerse en la balanza.

Cuando existe de nuestra parte un ESFUERZO, una actitud activa y positiva para reconocer nuestra personalidad, limitantes y fuerzas, en usar la razón constructivamente, en considerar nuestros sentimientos, en relación con nuestro entorno balanceadamente, en ubicar la importancia del ejercicio y en darle sentido a el diario vivir, es en la medida que logremos salud y no solo por tomarnos todo el listado de medicinas que la receta sabiamente puede decir.

Ya lo dije, hay de enfermedades a enfermedades.  Se puede heredar un padecimiento, pero también se puede provocar una cirrosis hepática, se puede tener artereoesclerosis, pero también se puede lograr cáncer de pulmón por fumar, se puede tener asma, pero también sobrepeso por comer mal y tapar las coronarias, se puede tener diabetes, pero también dolores de espalda por no saber sentarse correctamente.

La medina moderna es buena.  Es resultado de décadas de investigación y desarrollo que han logrado salvar vidas y evitar padecimientos que por décadas atrás asolaban a las poblaciones.  Baste decir el descubrimiento del Dr. Fleming, la aplicación del láser a la curación, las tomografías, los rayos X, las vacunas, etc., pero no hay que olvidar que antes de esa medicina 4 mil años ya existían  tratamientos de ciertos padecimientos que es bueno retomar.  Había muertes irremediables en esos miles de años que ahora son evitables, pero también hay muertes evitables si no se cuidan las condiciones de vida actuales.  Las medicinas son complementarias, no opuestas.  Tanto es inadecuada una actitud irrestricta del médico egresado de la UNAM hacia la medicina ayurvédica, como de un acupunturista a los recursos e investigaciones de los centros modernos de las enfermedades en occidente.  Pero independientemente de las alternativas médicas, el cuidado de nuestra salud en nuestra responsabilidad y actividad cotidiana que requiere de ese equilibrio logrado con mesura.  Las enfermedades no solo vienen del exterior de nuestro cuerpo, no solo son invasiones a nuestro interior.  Los síntomas son solo reacciones bien intencionadas de nuestro cuerpo pro avisarnos que algo estamos haciendo mal.

Cuando nos enfermamos tenemos la oportunidad de conocer lo que hicimos inadecuadamente para que apareciera el padecimiento, sino lo reconocemos, estaremos condenados a padecerla otra vez. 

La salud bien puede pensarse que es un equilibrio, no un ataque irracional e inexplicable de fuera que se convierte en padecer.  En la medida de lo circunstancial, podemos lograr salud si se conserva ese equilibrio, y eso infiere una actitud diferente, oportuna y valiosa de nuestra parte para obtenerla y no solo despreocuparnos si la alcanzamos, sino usarla para crear, disfrutar, hacer, conquistar, asir y tener la perspectiva de un horizonte logrado por nosotros de tiempo atrás, porque ese esfuerzo de antes se convierte invariablemente en bienestar.

Cuernavaca, Mx
Octubre de 2006.

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