sábado, 23 de julio de 2011

Raphus cucullatus

Raphus cucullatus
Por Francisco Mundo

 
Conducía un vehículo por las calurosas calles del sur de Morelos. Cruzaba un puente sobre uno de los principales ríos del estado que es el Apatlaco, a la entrada de una cabecera municipal que es Jojutla.  Todo parecía normal y el transito fluía como todos los días.  No había razón para esperar algo fuera de lo común.  En un instante vi un objeto oscuro sobre el pavimento, un objeto alargado vertical como de 25 cm. Soy un poco miope así que imaginé era algo tirado por algún otro vehículo.  De repente el objeto se movió, más bien caminó medio metro adelante hacia el lado derecho.  Al acercarme con el auto el objeto volvió a moverse: era un ave, un polluelo o un ave de corta edad que parecía un pelícano.  No somos conocedores de Biología, pero le encontré esa forma similar pero era un ave pequeña, apenas podía caminar ya no digamos volar. Los autos que iban delante de mí lo habían pasado por encima, primero uno y luego otro… tuvo mucha suerte de no caer arrollado bajo una de sus llantas quedando totalmente descuartizado en el pavimento de la calle….  No podía creer que los conductores simplemente pasaran encima de él, no esperar a que se moviera o que viraran para no matarlo con toda sencillez.
Al tenerlo enfrente de mí, casi a dos metros de distancia, detuve el auto, puse las luces intermitentes, abrí rápidamente la puerta y la dejé así, me bajé con la intención de tomar al ave y ponerla en un lugar seguro, cerca del río o en un lugar donde los insensibles automovilistas no lo mataran.  El polluelo al verme acercarse hizo en esfuerzo por caminar aunque con toda torpeza. Al hacerlo se puso en el carril lateral con riesgo de que el otro vehículo lo aplastara: así iba a suceder pero miré amenazadoramente al conductor y con la mano le hice la señal de que se detuviera.  En pocos segundos el ave logró llegar a la banqueta aunque no lograba subir del todo, iba ayudarle pero al fin logró ponerse a salvo de los amenazantes autos.  Nadie osó tocarme el claxon para que me moviera, pero si lo hubieran hecho les daría otra inquisidora y tajante mirada.  Subí finalmente al auto, arranqué y el tráfico continuó como si nada, absolutamente nada hubiera pasado.
La historia de las aves en el planeta es casi tan antigua como la de los seres vivos.  Tras una larga serie de estudios científicos internacionales llevados a cabo por investigadores que han recolectado una cantidad considerable de fósiles, los cuales han sido sometidos a observaciones y análisis completos, se ha descubierto que existió una transición evolutiva desde ciertos dinosaurios hacia lo que hoy conocemos como aves y datan desde el período Jurásico. 
El primer fósil descubierto (le seguirían unos 9 más en las décadas de los 90s. y en los inicios del Siglo XXI), fue el Archaeopteryx en lo que hoy es Alemania meridional en 1861.  El fósil transicional tiene características claramente atribuibles a reptiles y a aves por igual.  Se han encontrado un número mayor  de dinosaurios no avianos con plumas, lo cual dio evidencia adicional de la relación directa entre dinosaurios y pájaros. Los fósiles involucrados presentan rasgos de aves, incluyendo plumas que no son exactamente como las de las aves actuales, sino que reúnen algunas características intermedias entre el pelo y el plumón, útiles para cubrirse del frío. Este tipo de pluma, más conocida como "protopluma", es aparentemente la precursora del tipo que las aves modernas poseen.
Publicaciones acreditadas a nivel científico internacional como la revista “Science” y otras más, han descubierto que aves y dinosaurios poseen semejanzas irrefutables que conectan su herencia genética en su similitudes de tipos de esqueleto, tipos de reproducción, pulmones, el corazón, la postura durante el sueño, los gastrolitos (ingestión de piedra con fines digestivos), y en el tejido blando que se ha descubierto en los fósiles.
La causa de extinción de aves en el pasado se ha debido a cambios naturales del medio ambiente, a Eras de hielo, a cambios desfavorables en la existencia y reproducción de sus alimentos como plantas y otros seres vivos, a toda la serie de cambios en el planeta que afectas la biósfera a través ya no se Siglos sino de Eras o largos períodos geológicos.  Sin embargo, la extinción de aves no se ha debido en las últimas décadas a esas causas.  El descubrimiento y conquista de nuevos territorios en los continentes desde el Siglo XVI ha provocado que los conquistadores alteren  la vegetación y las especies endémicas al llevar roedores, reptiles, perros o gatos y demás animales que cambian desfavorablemente el equilibrio entre las especies.  La erosión del suelo, la tala de árboles, la caza indiscriminada (y hasta la que no lo es), el uso de pesticidas, el monocultivo y en general la alteración de suelos, aire y aguas, provoca que especies se vean amenazadas y extinguidas de la vida silvestre.
La lista de las especies que ya no están en el planeta por las causas mencionadas puede ser muy larga y escapa al conocimiento y memoria de la mayoría de las personas en todos los continentes.  A fin de cuentas, conocer ese listado no es sino darse cuenta de la ignominia cometida con años de conquista, coloniaje e industrialización con la vida animal que no hace solo daño sino que provoca hasta la desaparición del planeta de todos sus especímenes, cosa inaudita ya en sí misma.
Sin embargo, baste mencionar algunos de los casos y sus lugares de origen: ave elefante de Madagascar,  (el ave más grande –hasta 3 metros- que ha coexistido con el hombre que desapareció en el Siglo XVII), la codorniz, el ganzo y las moas de Nueva Zelanda, emú negro al sur de Australia, el ánade en el antártico, el pato del Labrador en Canadá y EE.UU,  el megapodio de Fiji, la gallineta de Tahití, el zarapito del Ártico, el alca gigante en el atlántico norte, la veintena de especies de rascones en el pacífico sur,  lo mismo que los calamones y los martinetes,  el somormujo colombiano, el pingüino waitaha en Nueva Zelanda, el cormorán de pallas en Siberia, el petrel en la isla Sta Helena en África y el de la isla Guadalupe  en México junto con el caracá, la pardela de las islas Canarias y de Nueva Zelanda, caso especial es el de la paloma migratoria, que fue sometida a una caza indiscriminada y salvaje en Norteamérica en el Siglo XIX, la paloma de Bonin y la de Ryukyu en Japón, la paloma frugívora polinesia y la filipina, la cotorra de Carolina en EE.UU., el periquito de Rajaitea en la polinesia, el loro del paraíso en Australia, el cuco de deladande en Madagascar, el águila de Haast en Nueva Zelanda (un ave de casi 3 metros de envergadura), las lechuzas y los mochuelos en la islas del pacífico sur, los chotacabras en el Caribe, el Martín pescador del Japón, el colibrí esmeralda de Brace, Gould y de alfaro en varias islas del Caribe, el pájaro carpintero imperial
en Norteamérica, el kioea y el kamao en Hawaii, el papamoscas en Guam y otras decenas y decenas de especies de aves que han desaparecido del planeta por causas relacionadas con las acciones humanas como lo han sido las mencionadas, acciones de expansión territorial que nunca han tenido la información, el conocimiento ni el interés por lo que es la conservación de las especies de los lugares donde hasta entonces reinaba el equilibrio y la supervivencia.
Un ejemplar en particular se ha convertido en el ícono de la extinción de aves y de los seres vivos: el dronte o Raphus cucullatus, comúnmente conocido como DODO, el cual vivió en la isla de Mauricio, en el océano índico, al este de la isla de Madagascar hasta el Siglo XVII.  Era un ave no voladora colubimforme de la familia Raphidae que con las décadas se ha usado como símbolo de la extinción de los seres vivos a causa de los humanos. 
A partir de los dibujos y los esqueletos, se puede afirmar que el Ruphus cucullatus era un ave de alrededor de un metro de altura con un peso de  entre 13 y 25 Kg. Y de un plumaje color grisáceo. Su pico era muy largo (23 cm) y con una punta en forma de garfio que probablemente le permitía romper las cortezas de los cocos. Sus patas eran amarillas y robustas, con unas cuantas plumas rizadas en su parte de atrás. Tenía unas alas muy pequeñas, que unidas a su gran peso y un esternón insuficiente para soportarlo le hacían incapaz de volar.
La llegada de los europeos a la isla produjo la propagación de cangrejos, cerdos, macacos, perros, gatos y ratas que diezmaron los nidos del dodo sumado a su caza indiscriminada y fácil. El escudo de Mauricio incorpora un dodo rampante.  La historia de su descubrimiento y extinción, su extraño aspecto y la idea de que era un pájaro tonto, han convertido al dodo en un referente cultural importante y al que se hace mención desde muchas artes.
El dodo ha hecho numerosas apariciones en diversas obras literarias, aunque quizás la más conocida sea en Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll.  En las novelas de la detective literaria Thursday Next, de Jasper Fforde, los dodos clonados son una mascota habitual, por ejemplo El caso Jane Eyre.  Varios grupos y cantantes han compuesto canciones con el nombre de Dodo, como David BowieGenesisBad ReligionNacho VegasDave Matthews.  Ha aparecido en la película La Era de Hielo en la cual se resalta la "estupidez" de este animal y en la serie Primeval o Invasión Jurásica.
Toda la larga serie de aves extinguidas a partir del Siglo XVI y así, Siglo tras Siglo hasta llegar al XX (aún no está la del Siglo XXI  pero ciertos humanos ya se encargarán de acabar con algunas especies para actualizarla), la historia se ha visto untada del fin de especies animales y de aves en particular, como resultado de la inconsciencia, el desdén, la ignominia, la atrocidad, el afán comercial, y la matanza hacia seres vivos como una práctica histórica de colonizadores y conquistadores y ahora por la población civil de la Era industrial.
Sin embargo, no todo es negro.  Existen ya ciudadanos conscientes y razonables que ven que la extinción de seres vivos no es algo concluyente ni humanamente sensato, más bien criminal.  También hay organizaciones nacionales e internacionales que pugnan por el cuidado de la naturaleza y la conservación de las especies.  Ese esfuerzo individual y colectivo con las décadas ha ido tomando fuerza y ha tenido éxitos momentáneos que se repiten con toda fortuna.  Hasta ahora ya existen especies animales que como producto de la acción humana, han evitado la extinción.
Las acciones de rescate no son aleatorias ni ocurrentes, ni se visten solamente de buenas intenciones.  Una labor tan importante y trascendente (a veces no se imagina uno cuanto), debe tener cierto rigor en sus procedimientos, y los más generales son: la protección y el manejo del hábitat, el control de las especies invasivas, la cría en cautiverio de las especies en peligro y su posterior liberación, el uso y auxilio de las ciencias naturales como guía de acciones.  Junto a ello se suma la labor de difusión mundial, la búsqueda de presupuestos, la lucha contra los procesos industriales y las industrias que dañan el medio ambiente y por ende a las especies animales, el manejo de los residuos urbanos, la lucha contra la caza furtiva, la comercialización de las especies exóticas (como si la naturaleza tuviera privilegios en la categoría animal) y toda una lucha social a nivel continental por revertir las diversas causas que han provocado y siguen causando la desaparición de las especies.
Algunas de las especies de aves salvadas son: kakapo, cigüeñuela negra y la petroica en Nueva Zelanda, grulla trompetera en América del norte, albatros colicorto, saltón cabecipálido en Ecuador, monarca de Tahití, la cotorra en Puerto Rico, guacamayo de Lear en Brasil, perico de Norkfolk en Australia, cóndor californiano en USA, ibis nipón en China, ibis eremita en Marruecos, petrel freira en Portugal, entre otras especies.
Evitar que las especies animales se extingan es un deber y una responsabilidad de los humanos.  Va más allá de una acción meramente ecológica y se ubica en el papel histórico actual que viven las generaciones como responsables de su propio hábitat y de sus compañeros de vida planetaria que son los animales, las especies vegetales.  Ya han transcurrido V Siglos de depredación que han terminado para siempre con decenas y decenas de especies de aves.  Pese a la buena voluntad y nobles acciones de unos cuantos, las especies han seguido desapareciendo debido a todos los procesos de contaminación, caza y deterioros de los hábitat de la vida silvestre en cada rincón del planeta.
Esto sucede año tras año. La balanza de la naturaleza y el destino manifiesto de todas esas especies está en la cuerda floja y en la cuenta regresiva del tiempo.  Toca a la generación de hoy, la que vive en y del planeta, decidir si morirán más especies y si se considera posible salvar a otras más.  Mientras tanto, un ave pequeña en una calle del sur de Morelos, en México, pudo haber sido quizá (en un caso hipotético y hasta el que no), la última de su especie y pudo bien haber muerto ante la acción indiferente y hasta mortífera de algunos autos conducidos por personas que no valoraban su pobre vida. 
Hasta que no llegue el punto en que toda población, (no solo organismos ecológicos) tenga el cuidado por la vida silvestre de sus compañeros planetarios que son los animales, hasta entonces los humanos de hoy podrán tener cuidado por todas aquellas aves y seres vivos que están casi por morir a causa de los tiempos modernos, casi tan mortíferos como los de Eras geológicas pasadas.  Hasta que no llegue ese momento, la humanidad en su conjunto tendrá lo que hoy se llama valoración y respeto por la vida, una que en su  momento de historia, le tocó vivir.

Francisco Mundo
Morelos, México
Abril 2010

Fuente de datos: Wikipedia.

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